lunes, 4 de febrero de 2008

ESCALOFRÍO - Relato de terror

SIN ALIENTO

31 de octubre de 1979 , día de todos difuntos. Como todos los años, Sara se dirige al cementerio para visitar la lápida de su difunta madre. Sara es una chica tímida, cuya mirada transmite dolor y sufrimiento, pero sobre todo como una especie de miedo a lo desconocido. Sara está destrozada, ya que su vida precisamente no es de color de rosa, su conflictivo padre, que era un alcohólico empedernido y la extraña enfermedad que supuso la muerte de su madre cuando aún ella era una niña, han hecho da Sara una chica solitaria y sin ninguna ilusión en la vida. Sus grandes pasiones, la lectura y la escritura, (escribía relatos apasionantes) le ayudaban a sumergirse en un mundo entre lo ficticio y lo real, lleno de una especie de magia y fantasía hipnótica pero a su vez de una profunda y oscura soledad y tristeza.
Todo esto, junto a una muñeca de trapo ( su tesoro más preciado) que le regaló su madre antes de morir, y la compañía de su gato, hacen que Sara tenga una vida más llevadera. Pasaban los días y Sara empezó a escuchar voces que procedían de algún lugar de la casa. Sara no daba crédito a lo que estaba sucediendo, esas voces le avisaban de un acontecimiento terrible. Sara estaba tremendamente asustada. Ella se encontraba sola, y las voces eran cada vez mas persistentes. Sara sólo pensaba una cosa, que todo era producto de su imaginación. La situación era insostenible, ya no podía vivir en paz. A la mañana siguiente Sara se despierta sobresaltada otra vez, una noche más sin dormir, sueños que se repiten una y otra vez y voces que persisten. Ya tanta era la curiosidad de Sara por saber qué se ocultaba en la casa que no esperó mas; y esa misma noche, noche de todos los difuntos, buscó ese lugar de donde procedían aquellas misteriosas voces. Subió sigilosamente por unas escaleras que conducían al desván y revolviendo cajas y más cajas, encontró un antiguo libro. Con bastante inquietud Sara abrió aquel libro. Su sorpresa fue aún más grande cuando observó en aquel libro, fotos de ella por todas partes. Eran fotos hechas desde su nacimiento, pero que ella nunca supo de su existencia. Conforme iba pasando las hojas, más sorprendida estaba. Las fotos que estaban viendo sus propios ojos eran fotos del pasado, pero también del presente; era como si cada momento importante de su vida estuviera reflejado en esas fotos. Sara estaba perpleja y no se explicaba cómo podían estar en ese libro fotos realizadas en ese mismo día en el cementerio. Conforme iba pasando las hojas se acercaba las últimas página del libro. Con bastante nerviosismo e inquietud, Sara se dirigió a la penúltima página. Se quedó boquiabierta al verse reflejada en una fotografía de ella misma leyendo el libro en ese mismo instante.
Sara se quedó petrificada, estaba tan asustada que no podía creer lo que sus ojos veían. El reloj empezó a sonar, anunciando las campanadas de las doce de la madrugada. De repente, en la última campanada se escucha un chasquido en el fondo del pasillo. Sara se quedó en silencio, y muy asustada observó cómo la ventana de su habitación se abría por la fuerza del viento. De repente se apagaron las luces de la casa. El viento rugía sin cesar, y una voz que procedía del pasillo decía así: “Sara, Sara” Era una voz profunda y tenebrosa, como si fuera de otro lugar. Asustada, encendió la luz y empezó a escuchar otra vez esa voz en el pasillo. Como si estuviera hipnotizada, Sara se dirigió al pasillo, y de repente otra vez la luz volvió a apagarse. Las ventanas de la casa se abrieron por la furia del viento, las puertas se abrían y cerraban continuamente, era una situación realmente escalofriante,
Sara encendió una vela y su sorpresa fue aún mayor cuando al encenderla encontró al final del pasillo a un individuo encapuchado frente a ella: ¿Quién eres? ¿Qué quieres? Dijo Sara.
De repente aquel individuo encapuchado se levanta la capucha…
¡No puede ser!
Grita Sara.
Un escalofrío recorre todo su cuerpo de arriba abajo. En un momento empieza a aparecer una niebla que se va espesando poco a poco.
¡Nooooooo!
Sara cae desvanecida al suelo.
A la mañana siguiente, la alarma saltó en el pueblo al encontrar un cuerpo hallado sin vida en las vías del tren, y junto a ella un misterioso libro, en cuyas últimas páginas había una foto de ese mismo instante y en el que ponía: “31 de octubre de 1952, día de todos los difuntos. Que descanses en paz.”
El cuerpo que encontraron las autoridades era el de Sara Kelles.
Las autoridades se quedaron petrificadas ya que que la joven hallada sin vida había desaparecido 27 años atrás, según la documentación policial.
Datos oficiales desvelaron que Sara Kelles sufrido maltratos y vejaciones por parte de su padre, el cual se suicido unos meses tras la desaparición de su hija.
Nadie se explica cómo ocurrió lo sucedido, pero todos recuerdan aquel día, día de todos los difuntos, como el más trágico de sus vidas.

1 comentario:

ronyblue dijo...

UAA, mola, quien lo escribio???
Yo tb suelo sumerigirme en un mundo entre lo fictício y lo real. y no sé si realmente es sano. pero ...